Cruz y Ficción

Yo también crecí apegado a la iglesia católica. Me sentí ofendido cuando supe que mi amigo había hecho el 69 con otro bato en una hora santa, con el Santísimo expuesto, enfrente de las virgencitas. Me sentí escandalizado cuando supe que la Presidenta del Comité de Ecos Tijuana, se tiraba a un seminarista durante los retiros, y se casó con el tiempo después. Me sentí disgustado cuando supe que mi amigo de los retiros, le puso los cuernos a mi amiga de los retiros con otro (y no fué error de dedo), y peor aún, lo publicaron en la revista Kemes que solía circular por la Lázaro.

Pero el tiempo pasó. Ahora me rió de los golpes de pecho de la presidenta, y de sus dientes podridos. Me rió de como pude pensar que Dios estaba en una galletita. Me rió de como no me daba cuenta de cuanto gay me rodeaba. Porque como éramos. Muchos. Ese grupo fué árbol de varias personalidades del ambiente, je je.

En fin. Ahora para mi Dios no es solo una galleta. Es una energía. Y se manifiesta según lo queramos.

Algo malo que me dejó la iglesia fueron varios complejos. El que mas recuerdo fué cuando tuve relaciones sexuales por primera vez. Fué en casa de una vecina, con ella, que era mayor que yo. 1 año. Y me sentí como el mayor pecador, porque había caído a la tentación, y no llegaría puro hasta el matrimonio (se fijan, ya con ideas jotitas desde chiquita, je je). Creo que no tuve criterio en aquel momento para distinguir lo cierto de lo simbólico.

Algo bueno que me dejó ese grupo fueron buenos amigos, Ethan, Yu y Sasha, a quienes hasta ahora sigo viendo.